viernes, 22 de mayo de 2009

25 DE MAYO

Quisiera que se imaginaran un triángulo. Triángulo que podemos cortar con tres líneas horizontales. La punta se podría rellenar de Españoles (realistas), el espacio que le sigue con los criollos (hijos de españoles, nacidos en Argentina) que poseían tierras, el que le sigue con artesanos y pequeños propietarios de tierras y, por último, en la base, estarían los indígenas y esclavos africanos (trabajadores de las minas y el campo).
Por otro lado, quisiera que se imaginen un auto con dos volantes – el actualísimo doble comando. Si en un auto conducen dos personas, deberán ponerse de acuerdo para orientar sus objetivos. Imaginen a Cornelio Saavedra y a Mariano Moreno en ese auto.
La llamada Revolución de mayo es como tomar un picaporte de una puerta y abrirla. De tanto repetirlo (casi 200 reiteraciones) se vuelve una habituación, una rutina. Y usted vio que las rutinas, al ahorrar tiempo y energía, se hacen y listo. No se piensan.
En los festejos del 25 de mayo desfilan por las escuelas y programas de televisión aguateros, negros, damas criollas, mulatonas. ¡Simpatiquísimos! Es una mirada social, se podría decir. Una oportunidad para detenernos en las formas de vida de la época colonial. Ahora, son ¿distintas a las actuales? Por supuesto que sí en cuanto a su forma, pero de ninguna manera lo son en su estructura. El triángulo que les pedí que se imaginaran hoy sigue estando vivo, mantiene su estructura: una cima de empresarios y políticos ricos, un nivel medio-alto de pequeños empresarios y propietarios, un nivel medio de los que trabajan para ellos y la base del triángulo sostenida por los pobres.
La Revolución de mayo falló en romper con el orden colonial establecido, falló en desarmar las estructuras sociales, falló en ese revolver intrínseco en la palabra.
Aún puede seguir llamándose revolución porque hubo una transformación radical de las estructuras políticas. Se suplantó al régimen monárquico por una Primera Junta de gobierno de criollos. Allí Moreno Y Saavedra conducían el auto del que les hable. Uno (el más joven) quería meter quinta a fondo hacia los ideales de la Revolución francesa, el otro (el más viejo) quería ir despacito hacia la independencia económica de España, aunque sólo para cambiarla por una dependencia económica con Inglaterra: un nuevo monopolio. La gente reunida en las afueras del Cabildo no hicieron más que acelerar la caída del Virrey (símil 2001), pero después el orden fue perpetuado por un Saavedra que no quería más caos que esa limitada revolución. El doble comando termina tiempo más tarde con Moreno renunciando y partiendo hacia Europa, donde es envenenado, y los morenistas que quedaban en la Junta barridos por una movilización, de cantidades similares a las del 25 (se habla de cuatro mil personas), el 5 y 6 de abril de 1811, acarreados por Don Cornelio (casi anagrama de Don Corleone).

martes, 5 de mayo de 2009

La vereda de hoy

Y las fuerzas externas

bastardearon mi soberbia,

y el llanto de mi alma

expulsó a la muerte de mi vida,

y los caminos pisoteados

fueron crujientes hojas secas,

y el caparazón que te protegía
se resquebrajó con mi aliento,

y las decisiones tomadas

amarraron mi existencia,

y los garabatos de amor

intentaron ser obras de Arte,

y la desnaturalización de la vida

opacó al sentido común,

y la búsqueda de afecto

sentenció mi pubertad,

y en las calles de mi mente

dejaron baches mis ideales,

y el onanismo sombrío

cuestionó los mandamientos,

y la vereda de enfrente,

se tornó hoy mi vereda,

y tu boca entre paréntesis

se dejó encerrar por mis corchetes,

y la “y” de tantos versos

me piqueteó por explotada,

y las cercas que he saltado

se despreciaron en mis recuerdos.