domingo, 29 de marzo de 2009

2 de abril

Llegó a mis manos una revista publicada entre mayo del ’78 y diciembre del ’82. El nombre era “Nuestra soberanía”, de distribución gratuita, el director, el Coronel retirado Ernesto Müller y era el medio de difusión de la CONARDES (Confederación Argentina para la Defensa de la Soberanía). Recordemos que durante los años de circulación de esta revista en nuestro país se sucedían los hechos que más temor causaron a nuestra sociedad: la represión, secuestro, desaparición y tortura de personas en manos de la dictadura militar. Temor que aún hoy no se ha extinguido; temor que genera falta de participación ciudadana, falta de denuncia social y descreimiento en la política.

También ocurrió en ese contexto, el suceso más traumático con el que puede convivir una sociedad: una guerra. Muchos, desde lo patriótico o nacionalista, intentan transmitir que vivir una guerra o un hecho conflictivo con otro país debería llenarnos de orgullo. “Hay que defender lo nuestro”, “nuestra soberanía”, se dice. Aquí está el punto de contacto entre esa publicación y el sentimiento popular. Sentimiento que es influenciado cotidianamente por los medios de comunicación, la propaganda política y la educación acrítica. En la defensa de “lo nuestro” se esconde una ideología que apunta a poseer. Sentimiento que se torna peligroso cuando se habla de poseer el territorio, una nación, una persona, un arma.

Desde un punto de vista filosófico no poseemos nada. El planeta Tierra es patrimonio de la humanidad, o sea, es de todos. Alguien, en algún momento, nos hizo creer que el oro era valioso, que el dinero también lo es y que a cambio de eso él podría poseer lo que quisiera. No deberían existir las fronteras, los límites geográficos, los países y las banderas. Dicen que es para organizarnos, pero muy bien sabemos que hay otros intereses detrás de la división de naciones. La guerra, como la de Malvinas, es, entonces, la consecuencia negativa que sufre el pueblo por intereses (económicos, por ejemplo) que nada tienen que ver con el pueblo mismo.

El 2 de abril recordamos el comienzo de una guerra absurda. Recordamos, para no olvidar que amplios sectores de la sociedad celebraron en la Plaza de Mayo la toma por parte de la Argentina de las Islas Malvinas, cuando el presidente de facto Leopoldo Galtieri dijo: “si quieren venir que vengan” (como un barra brava). Y vinieron, y mataron a casi 200 soldados, pibes. No celebramos nada el 2 de abril. No fue un hecho heroico, fue una mentira. Fue la matanza indiscriminada en menos de un mes de personas de ambos sectores para quedarse con un territorio rico en petróleo (interés Inglés) y por mantenerse en el poder con el apoyo popular luego del fracaso del gobierno militar (interés argentino).

Esa revista con la que introduje el tema (“Nuestra Soberanía”), sumado a la propaganda política por radio y televisión, generaron el terreno propicio para que la sociedad argentina se manifestara a favor de la guerra. Leamos y escuchemos hoy críticamente para poder darnos cuenta de qué manera y para qué nos quieren manipular, qué terreno están creando, cuáles son los verdaderos intereses detrás de sus actos y qué nueva “guerra” se avecina.